12.7.11

Estudiando la moda

Estudiantes de diseño de vestuario buscan que sus ideas se conviertan en ropa de culto.

Por Camilo Silva

Cuando se empieza a instalar la pasarela, muchos de los modelos de la colección 2011 de los alumnos de la carrera de diseño de vestuario del DUOC aún no están listos ni terminados. En la sala –destinada para el cambio de ropa de las modelos- la histeria crece al pasar los minutos, las agujas y el hilo entre la boca hacen notar el nerviosismo de las jóvenes diseñadoras. El maquillaje tirado por todas las mesas da la impresión de desorden, al igual que muchos retazos de telas, zapatos, cinturones, accesorios, poleras y faldas tiradas repartidas por todo el lugar. Lo más probable es que entre el caos, se pierda todo.  

Este desfile no es con nota, ni vale el porcentaje de un trabajo, ni es un examen, ni es reprobatorio; pero para muchos es la oportunidad de darse a conocer en la escuela. Una posibilidad gigante para ser contactado por un profesor o algún invitado al evento e ingresar al mundo de la moda nacional, en esta ocasión los alumnos mostraran los mejores trabajos del primer semestre.

El despertador suena con dos horas y media de anticipación para Charlott Febré, estudiante de diseño de vestuario del Duoc.  Su rutina matutina incluye: baño, pelo, maquillaje, selección de ropa, selección de zapatos, selección de cartera, celular, llaves y materiales. En la sede de San Carlos hay alumnos de todos los estilos, desde diseñadoras metaleras, pasando por algunas gotic lolitas, lais, raperas, hasta rastas. Aquí no importa cuál es el estilo. Da la impresión que es mucho más valioso tener uno, que no adherir a ninguna moda. El punto de partida de los diseñadores de ropa empieza con el precoz “culto a la moda”. Son las ganas de tener zapatillas último modelo, pero no las que se masificarán en un abrir y cerrar de ojos, sino las nuevas, rebuscadas  y a veces  inencontrables. También es objeto de devoción lo que nadie tiene, lo exclusivo y las primicias, de esta forma es que muchas veces Charlott recorre tiendas de ropa usada y de diseñadores emergentes buscando una prenda que nunca antes le haya visto a alguien. Le da lata ir a Falabella o Paris y mover los grandes percheros repletos de chalecos idénticos, que más tarde serán motivo de vergüenza para las que lo llevan y se encuentran con otro igual de frente en la calle.


Empieza el desfile y con él los flashes. Las modelos que transitan la pasarela -ubicada en el centro el patio- generalmente son amigas, o amigas  de amigas de las estudiantes, pero hay grupos con mayor producción que contratan modelos profesionales. Desde los pisos superiores aparecen mirones que ven la última explosión de la moda universitaria en su patio. A medida que avanza la hora es mayor la cantidad de asistentes. Aplausos y murmullos para los diseños más bonitos y feos respectivamente, por parte del público oficial y del improvisado, el cual se sienta –mochila al piso- a almorzar o conversar mientras mira el evento. Para las promesas de la moda nacional las cosas han salido bien, no hubo caídas ni tampoco desprendimiento de costuras, aspectos fundamentales en una actividad de este tipo. El evento de la escuela de diseño termina entre aplausos, ahora sólo queda esperar por una llamada o un mail de algún asistente invitando a participar en algún proyecto. Quizás eso nunca ocurra, pero la esperanza está puesta ahí.

Charlott terminará sus estudios el próximo año, y tiene sueños de emigrar -quizás a Europa- en busca de un lugar donde la moda sea realmente importante, y el consumo de productos exclusivos sea a gran escala. Por ahora ella sigue cosiendo, poniendo puños, broches, cierres y cuellos, haciendo mangas, tiros de pantalón y bastas, marcando faldas, poleras o chaquetas, rodeada de sus compañeros de todos los estilos, y además empapándose de sus distintas formas de vivir la moda. En una universidad donde no se escuchan los discursos políticos, ni hay asambleas por el fin al lucro y menos votaciones para tomas o paros. La línea de tiempo del mundo del diseño no permitiría marcar este tipo de acontecimientos en su flecha.

La moda sigue un camino distinto y único…



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