El terremoto del año pasado dejó a Chile patas arriba. Y aunque después de entonces pocos se acuerden de los millones de escombros que, por cierto, aún no han sido recogidos, existen profesionales que siguen trabajando. No sólo arquitectos. Algunos dejaron el glamour del diseño de eventos exclusivos y se olvidaron de sabrosos cheques ostentando ceros.
Por Francisca Gómez
Juan Pablo Alvial ama el diseño. Entró en 2001 a estudiar Diseño Industrial a la Universidad Católica. Ahí, dice todo le pareció “encandilante”. “Todo se elaboraba en función del estilo y de lo fashion”, recuerda. Él no lo hacía nada de mal. Desde el primer año destacó por sus trabajos e ideas. Profesores y compañeros alababan sus creaciones y así, la confianza en lo que hacía creció y los “pitutos” también. Empezó trabajando para “Cómodo”, una importante tienda de diseño independiente. Ahí conoció y fue parte del mundo del diseño más importante y exclusivo de nuestro país. “Yo sentía que ya me había hecho un nombre”, dice Juan Pablo. Al egresar de la universidad, trabajó en diferentes tiendas junto a importantes diseñadores. A esas alturas ya tenía cuenta corriente y aunque el trabajo era esporádico, no podía quejarse. Vivía solo, se compraba la ropa más estilosa y obviamente que en su casa hasta el salero tenía un diseño exclusivo.
El remesón
La madrugada del 27 de febrero de 2010 la tierra se movió como nunca y en la vida de Juan Pablo “todo cambió”, como él mismo asegura.
De casualidad ese verano se encontraba en Concepción y el panorama que le tocó ver lo impactó. “No podía creer que una ciudad entera se viniera abajo en unos minutos. Todo estaba en el suelo”, recuerda Alvial. Ese recuerdo fue lo que lo obligó a cambiar su perspectiva, y a que en los meses siguientes se dedicara a investigar acerca de la reconstrucción de las ciudades desde una perspectiva cultural.
De casualidad ese verano se encontraba en Concepción y el panorama que le tocó ver lo impactó. “No podía creer que una ciudad entera se viniera abajo en unos minutos. Todo estaba en el suelo”, recuerda Alvial. Ese recuerdo fue lo que lo obligó a cambiar su perspectiva, y a que en los meses siguientes se dedicara a investigar acerca de la reconstrucción de las ciudades desde una perspectiva cultural.
Conversando con diseñadores y arquitectos Juan Pablo se encontró con el nombre de Alejandro Rodríguez, diseñador industrial y profesor de la Universidad de Valparaíso. Él pertenecía a un equipo de profesionales dedicados netamente a labores reconstructivas después del terremoto. Decidió contactarlo.
Más allá de los planos
Alejandro Rodríguez es conocido. Además de su labor como vicerrector universitario, se ha dedicado a encontrar el rol del diseñador en la tarea de reconstruir Chile. “El arquitecto siempre es el protagonista en esto, pero pocos saben que un diseñador puede ayudar y ser parte fundamental luego de este tipo de catástrofes”, dice Alejandro. Dice haber analizado y estudiado profundamente el tema, llegando a una conclusión: el diseñador es el que reconstruye la identidad de una ciudad mediante objetos y colores.
Esta teoría a Juan Pablo le encantó, pero no era suficiente. Quiso participar. Se contactó con arquitectos y con autoridades del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, y con curriculum en mano –como nunca antes-, ofreció lo que él sabía hacer. Finalmente el recuerdo de ver caer una ciudad logró aquietarse. Ahora él iba a ser parte de la reconstrucción.
Hoy Juan Pablo trabaja junto al Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, es parte de la recuperación de la Sala Arrau del Teatro Municipal y parte fundamental de la restauración del frontis del Museo de Arte Contemporáneo. Su labor principal es recuperar y generar una nueva identidad en las formas de la estructura arquitectónica.
Ya va un año desde que quiso cambiar el foco de su profesión. Y con esa convicción ha persuadido a otros diseñadores de participar en el proceso de darle una nueva vida a nuestros patrimonios.
“Si el arquitecto elabora los planos, los diseñadores les damos vida”, asegura Juan Pablo, y es un convencido de que con los objetos que elabora es capaz de reflejar la vida del lugar y su esencia. Ese se ha vuelto su objetivo. “La reconstrucción sí, es fundamental. Pero no es llegar y levantar cimientos, estamos reconstruyendo parte de la ciudad, de nuestra historia y de nuestra identidad”, enfatiza.
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